albaricoques

Beneficios de consumir albaricoques

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Los albaricoques o damascos son unas pequeñas maravillas doradas con tonalidades anaranjadas o rosadas que han viajado desde China hasta llegar a nuestras mesas en un largo trayecto evolutivo. Forman parte del género Prunus y están emparentados con las rosas y las ciruelas; además de las almendras y ofreciendo mucho más que su delicado sabor. Estos frutos científicamente conocidos como Prunus armeniaca representan un verdadero tesoro nutricional que brinda numerosos beneficios para la salud.

Un perfil nutricional extraordinario

Los albaricoques son conocidos por su peculiar perfil nutricional único en su especie. Con un 87 % de contenido acuoso en su composición, se presentan como una excelente fuente de hidratación natural. Su valor calórico es reducido, alrededor de 48 calorías por cada 100 gramos, lo que los convierte en compañeros ideales para aquellos que buscan mantener o perder peso sin renunciar al placer ni la dulzura.

La fruta es muy rica en vitaminas y destaca por su alto contenido de vitamina A procedente del betacaroteno que le otorga su característico color naranja brillante; una porción de albaricoques frescos puede cubrir hasta el 20 % de la ingesta diaria recomendada de esta vitamina además de proporcionar vitamina C para fortalecer el sistema inmunológico y varias vitaminas del complejo B como la niacina(B3) que intervienen en el metabolismo energético.

Los albaricoques son una excelente fuente de potasio que es vital para la salud del corazón y los músculos y también proporcionan cantidades significativas de calcio, hierro, magnesio y fósforo en el cuerpo para mantener un equilibrio mineral adecuado.

Beneficios para la salud del sistema digestivo

Con una cantidad de 2 gramos y medio de fibra por cada 100 gramos de peso de la fruta de albaricoque se promueve la salud del sistema digestivo. Esta fibra natural tiene la capacidad de limpiar el tracto intestinal de manera suave y prevenir problemas como el estreñimiento. Además de esto la fibra soluble que se encuentra en este fruto ayuda en regular el nivel del colesterol manteniéndolo en un rango adecuado, así como controlando la absorción del azúcar, lo cual previene los picos elevados de glucosa en la sangre.
Los albaricoques contienen pectina también; una fibra que impulsa el desarrollo de bacterias saludables en el intestino para mantener equilibrada la microbiota intestinal y favorecer la digestión y fortalecimiento del sistema inmunológico ya que una parte significativa de nuestras defensas residen en el intestino.

Potentes antioxidantes para contrarrestar los signos del envejecimiento.

Los albaricoques son una magnífica fuente de antioxidantes que combaten los radicales libres responsables del envejecimiento celular; entre ellos se destacan los flavonoides y carotenoides como el betacaroteno.
El betacaroteno no solo se transformará en vitamina A en el organismo; también actuará como un escudo protector para la piel ante los daños provocados por la radiación ultravioleta del sol. Comer albaricoques frecuentemente puede contribuir significativamente en conservar la juventud y elasticidad cutánea al mismo tiempo que fortalece su capacidad para resistir las agresiones externas.

Los compuestos antioxidantes presentes en esta fruta posean beneficios antiinflamatorios que pueden reducir la probabilidad de padecer enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiacas y ciertos tipos de cáncer, según investigaciones recientes que sugieren su capacidad para detener el crecimiento de células cancerosas y mejorar la efectividad de los tratamientos contra el cáncer.

Amigos para el bienestar del corazón

El elevado nivel de potasio presente en los damascos es esencial para mantener la salud del corazón ya que este mineral contribuye en la regulación de la presión arterial al contrarrestar los efectos del sodio y favorecer la relajación de los vasos sanguíneos. Consumir de forma frecuente alimentos que son ricos en potasio como los damascos está relacionado comúnmente al menor riesgo de desarrollar hipertensión y sufrir accidentes cerebrovasculares.

Además de eso, las fibras presentes en estas frutas ayudan a disminuir los niveles de colesterol LDL (conocido como el «colesterol malo») y reducen la formación de placas en las arterias. Los antioxidantes como el betacaroteno y la vitamina C protegen las paredes arteriales del daño oxidativo, previniendo así la aterosclerosis.

La mezcla de estos nutrientes hace que los albaricoques sean beneficiosos para prevenir la formación de coágulos en la sangre que podrían desencadenar ataques cardíacos o embolias.

Beneficios para la vista

Los albaricoques son excelentes para mantener la salud de los ojos debido a su alto contenido de vitamina A. Esta vitamina es fundamental para proteger la córnea y las membranas mucosas del ojo y también es necesaria para la producción de rodopsina, una proteína importante para ver en ambientes oscuros.

Los pigmentos carotenoides que se encuentran en los albaricoques, tales como la luteína y la zeaxantina, se depositan en la retina y actúan como filtros naturales contra la luz azul perjudicial. Estos elementos colaboran en evitar el deterior macular ligado a la edad, uno de los factores principales de invidencia en los ancianos.

Debido a su escaso aporte calórico y alto contenido en fibra alimentaria, los albaricoques son ideales para propiciar una sensación de saciedad que contribuye a regular el apetito y prevenir las ingestas excesivas de alimentos. Incorporarlos en dietas orientadas al control del peso resulta beneficiosos dado que añaden un toque de dulzura satisfactorio sin comprometer los objetivos de pérdida de peso .
Los albaricoques son ricos en agua y potasio, lo que los convierte en diuréticos naturales que ayudan a eliminar líquidos y toxinas del cuerpo de forma efectiva y naturalmente beneficiosa para combatir la hinchazón y la retención de líquidos comunes en personas que sufren de edemas o insuficiencia venosa.

Muchas opciones en cocina

Además de los beneficios para la salud que aportan los albaricoques, tienen una versatilidad notoria en la cocina. Se pueden disfrutar tanto frescos como secos (orejones), o en conservas, y también utilizarse para hacer mermeladas, compotas o licores.
Los orejones son frutas deshidratadas que concentran sus nutrientes al aumentar su contenido de fibra y minerales; no obstante, es importante consumirlos de manera moderada debido a su mayor contenido de calorías y azúcares.

Su deliciosos sabores combinando lo dulce y lo ácido los convierten en un ingrediente perfectamente adaptable tanto en platos dulces como salados; desde postres y helados hasta estofados de carne y ensaladas innovadoras. En la cocina del Medio Oriente podemos descubrir fascinantes fusion de sabores donde los albaricoques añaden un toque de dulzura a platos que incluyen cordero, arroz o legumbres.

En síntesis, los damascos son mucho más que una deliciosa fruta estacional. Son una fuente de nutrientes esenciales que, si se consumen regularmente, contribuyen significativamente a nuestra salud digestiva, cardiovascular, visual y metabólica. Incluirlos en una dieta equilibrada nos permite disfrutar de sus múltiples beneficios, mientras satisfacemos nuestro paladar con su distintivo gusto. Ya sea fresco durante el verano o secos en otras épocas del año, los damascos merecen un lugar destacado en nuestra alimentación cotidiana.

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